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Ideas falsas sobre el maltrato escolar

Existen una serie de mitos o ideas falsas sobre el bullying que, además de no aportar ninguna solución al problema, tienden a culpabilizar a las víctimas, justificar a los agresores o hacer que la situación se prolongue en el tiempo sin que nadie intervenga. Las más significativas son las siguientes:

  • “Son bromas o cosas de niños” o “No es para tanto”: Con estas afirmaciones, los adultos justifican no intervenir en la situación. Sin embargo, el maltrato no es ninguna broma. Si la victima está asustada o está sufriendo, los adultos deben intervenir. El acoso escolar puede provocar graves secuelas en los niños afectados. En los casos más graves, estas secuelas pueden llevar al suicidio o a la agresión a otros compañeros (como en el caso del tiroteo en Columbine, EEUU).
  • “Él/ella se lo ha buscado”: Nadie merece ser víctima de un maltrato. Con comentarios como estos estamos justificando una agresión. Además, esta afirmación hace al agredido doblemente víctima, ya que la convierte en culpable de las agresiones que sufre.
  • “Ha sucedido desde siempre y no puede cambiarse”: Con esta afirmación lo único que conseguimos es seguir pasivos y permitir que siga produciéndose. Que una conducta haya sucedido en el pasado no justifica que no hagamos nada por cambiarla.
  • “Estas situaciones imprimen carácter y forman parte del proceso de crecimiento”: Es cierto que afrontar adversidades fortalece el carácter pero, en los casos de acoso escolar, la violencia es tan extrema que puede provocar graves secuelas psicológicas. No se puede construir una personalidad equilibrada a través del maltrato.
  • “La mejor defensa es devolver el ataque”: Con esta afirmación estamos enseñando a nuestros hijos que la violencia es aceptable y que es el único medio de resolver los conflictos. Además, en los casos de acoso escolar, los acosadores utilizan el hecho de que la victima responda de forma agresiva como justificación para futuras agresiones.
  • “El maltrato es cosa de chicos”: Con este pensamiento se tiende a ignorar las agresiones cometidas por chicas. Aunque ellas no suelen utilizar tanto la violencia física, también acosan a través de insultos, mentiras, rumores, exclusión social… Este tipo de acoso tiene consecuencias tan perjudiciales como la violencia directa.
  • “Estas cosas sólo suceden en barrios marginales” o “Los acosadores siempre son chicos con problemas familiares”: El maltrato puede darse en todas las escuelas y en todos los niveles sociales. Cualquier niño en cualquier colegio puede acabar siendo víctima del maltrato o convertirse en un agresor.
  • “Las víctimas son niños débiles”: El agresor y su grupo castigan cualquier rasgo que haga a la victima diferente. No se castiga sólo la debilidad física sino cualquier rasgo discrepante, como tener gafas, vestir de forma diferente, sacar buenas notas, pertenecer a otra etnia…
  • “Es mejor mantenerse neutral ante las peleas”: La neutralidad no es posible en estos casos. Si eres testigo de una situación de acoso y no la denuncias ni haces nada por detenerle, te estarás convirtiendo en cómplice.
  • “Si lo cuento, seré un chivato”: Con esta afirmación, los compañeros que son testigos de las agresiones se sienten justificados a no hacer nada ni contarlo.
  • “Castigando a los niños agresores dejarán de hacerlo”: El niño agresor suele pensar que la víctima se lo merece. Al ser castigado, sentirá que está siendo tratado de forma injusta, por lo que tratará de vengarse.
  • “El agresor no necesita ayuda”: Los niños que acosan a otros compañeros suelen tener problemas de socialización que habrá que tratar.
  • “El agresor es sólo un niño, no es responsable de lo que hace”: El agresor sabe perfectamente lo que está haciendo y sabe que está mal, por lo que es responsable de sus actos. De hecho, los agresores suelen ser inteligentes, saben mentir, enredar y manipular tanto a sus compañeros como a los adultos y, en muchas ocasiones, consiguen convencer a los demás de que la victima les había provocado.
  • “Si mi hijo fuese acosado, me lo diría”: Muchos niños, a pesar de estar sufriendo, no comentan nada porque piensan que decirlo sería chivarse, porque les dan miedo las represalias de los acosadores, porque creen merecerse lo que están pasando… Que el niño no lo diga abiertamente no es una garantía cien por cien segura de que todo está bien. Hay que hablar con los niños sobre el tema, explicarles qué es el acoso escolar y a quién pueden acudir, explicarles que es bueno contarlo y crear un ambiente de confianza en casa en la que el niño pueda expresarse.
  • “Los profesores nunca saben lo que está sucediendo”: A pesar de que los acosadores suelen actuar lejos de las miradas adultas, hay profesores que pueden intuir el problema y prefieren mirar para otro lado, ya sea porque no poseen las habilidades de resolución de problemas necesarias para encarar el conflicto o porque minimizan el problema.
  • “Todos hemos pasado por esto y no es tan grave”: El acoso escolar deja secuelas en la victima, el agresor e incluso en los testigos, que se culpabilizan por no haber hecho nada.
  • “Es mejor ocultar lo que ocurre para no dañar la imagen del centro”: Puede que instaurar un programa contra el maltrato escolar dé una imagen de escuela problemática a algunas personas pero para otras muchas se convertirá en una escuela comprometida, segura y eficaz. De todos modos, no se puede poner en la balanza la imagen del centro cuando estamos hablando de la salud física y psicológica de los alumnos a los que debe proteger. Además, aún analizando el problema desde el punto de vista del marketing puro, las escuelas deberían plantearse la imagen que ofrecerán si se descubre que eran conscientes de que un niño estaba siendo acosado y no hicieron nada para detener esta situación.
  • “Los profesores saben enfrentarse a las situaciones de maltrato”: Una gran proporción de profesores reconocen carecer de la formación necesaria para detectar e intervenir en los casos de bullying. Debería dotárseles de la formación adecuada ya que podrían tener un papel muy importante, dada la cantidad de horas que pasan con los niños y la información que poseen sobre el funcionamiento interno del grupo de alumnos.

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