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¿Cómo descubrir si tu hijo es víctima del bullying?

Los padres solemos pensar que, si a nuestro hijo le estuviese ocurriendo algo tan grave y doloroso como estar sufriendo acoso escolar, confiaría en nosotros y nos lo contaría. Sin embargo, esto no sucede así en muchas ocasiones. No es una cuestión de falta de confianza ni de no haber sabido comunicarnos adecuadamente con nuestros hijos, así que no hay por qué culpabilizarse. El niño suele estar tan confuso y siente tanta vergüenza, miedo e incluso culpabilidad, que le resulta muy difícil abrirse. Además, puede considerar que contándolo se convertiría en un chivato, lo que a sus ojos agravaría la situación, o puede haber sido amenazado por los acosadores con agredir a algún hermano pequeño.

Por ello, aunque el niño no lo cuente, debemos estar atentos a una serie de signos que pueden indicarnos que el niño está siendo acosado para poder ponerle remedio cuanto antes. Los signos más importantes son los siguientes:

  • El niño muestra cambios de humor y de comportamiento: Puede estar triste y estallar en llanto sin razón aparente, mostrarse irritable, arisco, angustiado o deprimido, aislarse, perder confianza en sí mismo, empezar a tartamudear… También puede volverse agresivo y amenazante con otros niños o hermanos menores.
  • Muestra trastornos somáticos frecuentes como dolores de estómago y vómitos, pérdida de apetito, dolores de cabeza… Estos trastornos son más frecuentes los domingos y las mañanas entre semana ya que el niño se angustia ante la idea de encontrarse con sus acosadores.
  • Cambios en el apetito: El apetito puede disminuir debido a la depresión y la ansiedad. Si, por el contrario, observamos que vuelve a casa con mucha hambre, esto también puede indicarnos que está siendo acosado, ya que el agresor puede robarle el bocadillo o la comida del comedor.
  • Presenta trastornos de sueño como insomnio, pesadillas, terrores nocturnos, enuresis (mojar la cama)…
  • Aparece con golpes, hematomas, arañazos… A veces no sabe explicarlos (dice que no se acuerda de cómo se los ha hecho) o dice que se ha caído. Conviene preguntarle sin presionarle para comprobar si sus historias son coherentes.
  • Vuelve con sus objetos personales y escolares rotos o deteriorados. Otras veces dice que se le han perdido.
  • No se relaciona con sus compañeros: Nunca acude a jugar o estudiar a casa de algún amigo, no le invitan a ninguna fiesta, se niega a realizar actividades extraescolares (excursiones, visitas…) y a salir a la calle…
  • Protesta a la hora de ir al colegio y pide que se le acompañe a la entrada y a la salida. Puede negarse a ir en el autobús escolar, cambiar su ruta para ir al colegio e incluso hacer “piras”.
  • Su rendimiento escolar va disminuyendo.

Si notamos alguno de estos síntomas, debemos intentar hablar con nuestro hijo sin presionarle. Debemos dejar que explique la situación sin interrumpirle y darle la importancia que se merece, explicándole que no está solo y que es una situación que compete a toda la familia.

De todos modos, para potenciar la confianza del niño y aumentar nuestra comunicación con él, de cara a detectar cuanto antes estos problemas en caso de que se produzcan, conviene dedicar un tiempo diariamente para hablar con él y que nos cuente cómo le ha ido el día, qué le ha pasado en el colegio, con quién se relaciona… Debemos demostrarle que estamos ahí para escucharle, que siempre vamos a estar con él y que puede contar con nuestro apoyo incondicional. Es importante también mantener comunicación frecuente con el colegio y con el profesorado.


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